Secretario General del club

“Seguiré hasta que mi cuerpo aguante, dándolo todo por el Moscardó, como siempre he hecho. Moriré, si llega el caso, en el campo”.

Con esta rotundidad, Romualdo Escudero, Secretario General del C.D.C Moscardó, deja claro cuál es su lema de vida y define a la perfección el compromiso y su fidelidad por el club de Usera. Tiene 78 años, pero sigue teniendo las mismas ganas e ilusión que el día que empezó hace 42 años.

Leyendo sus respuestas se entiende aquello de que, cuando crees en algo y haces lo que te gusta, no importa el tiempo o esfuerzo que le dediques.Las pequeñas alegrías que van apareciendo por el camino, hace que todo merezca la pena.

¿Cuánto tiempo lleva vinculado al C.D.C Moscardó?

Pues empecé en el año 1950 con Pedro Román Valero, que para mí ha sido el mejor presidente que ha tenido el Moscardó.

¿Cómo surgió la posibilidad de entrar en el club?

Pues he vivido aquí toda la vida en el barrio, iba a verlos de chaval y me dijo el presidente que si quería colaborar con el club, y desde entonces estoy por aquí… 42 años nada más ni nada menos.

¿Cuáles son las labores de un Secretario en un club modesto?

Ser Secretario es estar pendiente de todo. Menos barrer hago de todo en el club. Mando los horarios a la Federación, estoy con el primer equipo, voy con los chavales pequeños desde las 5 a las 9 de la noche, controlo las bajas, las sanciones… El presidente me dice que me tiene prohibido morirme porque soy el alma de esto y que no me puedo morir.

¿Cuánto tiempo ha dedicado al Moscardó?

Eso es incalculable. Llego a las 10 de la mañana, me voy a comer a las 2 y a las 5 estoy aquí otra vez. Cuando éramos novios le dije a mi mujer que para mí el Moscardó era sagrado y que si quería que siguiéramos tenía que aceptarlo... y mi mujer aceptó.

En este tiempo he renunciado a muchas cosas, pero sobre todo a mi mujer. Porque el día que salgo con ella y le puedo dedicar tiempo está de enhorabuena. Me paso el día metido aquí.

¿Cobra o ha cobrado alguna vez en el Moscardó?

No he cobrado nunca del club. Esto es para mí lo más grande, el amor al Mosca. Todos mis amigos me conocen y saben que mi vida es el Moscardó, el día que me muera las cenizas las tienen que echar en el campo.

¿Qué más funciones ha desempeñado en el club?

Llegué a ser el Secretario Técnico del Moscardó en sus buenas épocas, el encargado de los fichajes con plena confianza del presidente. Que a nadie se le olvide que este equipo militó en la Segunda división, en la temporada 69/70. Fue espectacular.

¿Qué recuerda de esa época?

Fueron unos años estupendos, el ascenso a segunda división, eso es inolvidable. En aquella época tenias 17.000 y 20.000 personas, con 3000 socios y hoy tenemos poco más de 100 socios, que es una pena. Ahora ha surgido una nueva peña y estamos a ver si lo levantamos.

También estuvimos 3 temporadas en Segunda B con Pedro López y aquí estamos luchando…

Por el Moscardó han pasado grandes jugadores y entrenadores...

Por ejemplo, por aquí pasó Fernando Daučík.

Y han salido magníficos jugadores que han terminado jugando en primera división… Fraile, Pablo, Alberto, una cantidad de jugadores enorme que llegaron a la máxima categoría.

Yo, por ejemplo, hice el traspaso de Pedro Jaro. Estuve en Cádiz 3 días y me siento orgulloso de haberle arreglado todo, le arreglé hasta la mili.

Luego ha habido peores momentos…

Sí, pero las hemos superado y hemos estado aquí y hemos luchado porque el equipo fuera subiendo. Ahora estamos en tercera pero vamos a intentar jugar la liguilla de ascenso a la segunda B.

¿Qué es lo que más ha cambiado el fútbol en estos 42 años?

Para mí el fútbol antes era diferente. Ha cambiado todo, los chicos ahora son de otra forma, antes eran más profesionales. Entrabas al vestuario y se notaba que había seriedad. Ahora entras y se están riendo. Falta un poco de respeto. Hasta de los alevines tienes que estar pendiente de ellos porque si no, hacen estragos, te rompen las cosas…

¿Con qué se queda de todo este tiempo?

Con toda la gente buena que hay en el mundo del fútbol modesto, pero para mí el recuerdo más especial fue el día del ascenso a Segunda división, las felicitaciones, los abrazos con los jugadores… las vivencias fueron maravillosas. No lo olvidaré nunca.

Ahora el fútbol modesto vive momentos delicados, ¿Se superará esta crísis?

Nosotros pagamos a los jugadores lo que podemos, no ofrecemos lo que no tenemos. Esta es la clave para que marchen bien las cosas y no haya problemas. No se puede prometer a un jugador 2.000 euros y deberle 3 meses o cuatro. Aquí se cobra el día 10 y no tenemos ningún problema.

El mérito de estas categorías es hacer mucho con pocos recursos...

Exacto. Con pocos medios sacar lo máximo, esa es la clave. Aquí se está haciendo con muy poco dinero una labor grandiosa, tenemos a 350 chavales pequeños y estamos trabajando con 20 equipos. Eso exige mucho. Hay días que nos dan las 11 de la noche aquí. Cuando llego a casa mi mujer no me conoce, me dice que le deje una foto.

¿Cómo se financia un club como el Moscardó?

Ahora nos ayuda mucho las cuotas que pagan los chavales que tenemos, los ingresos del bar, lo poco que sacamos por los anuncios y, además de todo eso, trabajar mucho.

¿Qué le diría a un chaval que quisiera trabajar como Secretario de un club como el Moscardó? 

Pues no es por desanimar, pero es una labor muy esclava, te tiene que gustar mucho el club, ser consciente de que tienes que echarle un montón de horas y tener claro que no vas a cobrar.

¿Cuál es su sueño o deseo deportivo?

Mi sueño es ver al Moscardó en Segunda B, me moriría tranquilo, porque son ya 78 años los que tengo.

Y si se consigue el ascenso, para un equipo tan modesto, no puede llegar a ser un problema?

Trataríamos de salir adelante, lucharíamos por ello e intentaríamos sacar el proyecto como fuera. Si se consiguiera el ascenso, ya se sacaría el dinero, si hay que estar más horas, se estaría... El presidente me dice que me va a poner una cama aquí.