Hoy hablamos con Esteban
Becker, un clásico de los banquillos madrileños que, hace 5 años, le salió
una oportunidad que iba a suponer un cambio radical en su vida: entrenar a la
selección femenina de Guinea Ecuatorial
a la que hizo campeona de la Copa África.
Este logro le abrió las puertas
para convertirse en seleccionador masculino y consiguió el hito de meterse en
unas semifinales de la Copa de África.
A pesar de su nueva vida no se
olvida de sus orígenes y de la experiencia adquirida en los campos madrileños, donde guarda gratísimos
recuerdos y reconoce que le sirvió para curtirse en la profesión.
¿Saben que, a pesar de todo lo
vivido en Guinea, el momento más vibrante en un banquillo lo vivió con una
remontada histórica con el San Fernando ante el Torrejón de Ardoz?
Esteban, eres un viejo conocido de
los banquillos del fútbol modesto madrileño, y desde 2015, eres el seleccionador
de Guinea Ecuatorial…
Antes que
nada decir que estoy encantado de hablar contigo en tu blog sobre el fútbol
modesto. Pues, efectivamente, soy un clásico de los banquillos del fútbol
modesto madrileño y me he pasado toda mi carrera en los banquillos de la Comunidad.
Y bueno, desde hace 5 años, estoy en Guinea Ecuatorial muy feliz y muy contento.
¿Cómo surge la oportunidad?
Fíjate cómo
son las casualidades de la vida. Estando en Fuenlabrada me viene un entrenador
guineano joven y me dice que le gusta mi forma de trabajar, mi metodología y
que quiere aprender. Venía un día, dos días, tres días a la semana hasta que le
dije que se quedara con nosotros.
Actualmente es mi adjunto. Estuvo un año
haciéndose 150 kilómetros al día para ir a Fuenlabrada. Después de 2 años me
vino a buscar y me dijo: mi país te necesita para ser el seleccionador del
fútbol femenino, lo que me sorprendió mucho. Me dijo que, de todos los
entrenadores que había visto, yo era del que mejor había hablado. Así que, al final
acepté porque a nivel económico también era una oferta interesante.
En un principio lo de entrenar a
mujeres te supuso muchas dudas, ¿no?
Lo primero
era un reto porque yo nunca había entrenado a mujeres, pero era una selección y
el nivel que tenían era muy alto y eso permitió que materializara el trabajo y
lográramos ser campeonas de África. Y bueno lo que yo no quería al principio
era entrenar fuera del país porque en Madrid estaba reconocido. Pero al
final hice las maletas porque era una oportunidad, una forma de crecer de la
que estoy muy orgulloso y contento. Después de ese éxito me ofrecieron ser el
seleccionador de la masculina.
¿Cómo fue tu primer contacto con el
país? ¿Qué fue lo que más te llamó la atención?
A mí me recuerda mucho a lo que viví en Argentina. Llevo
desde 25 años en España, los primeros 25 en Argentina. Y es muy similar porque
se vive a partir del amor a una pelota de fútbol. El guineano es muy futbolero,
es una persona muy apasionada, que tiene un gran amor por el fútbol, que
viven como decimos nosotros en Argentina
en los potreros no edificables, que, como yo viví en mi país, están jugando al
fútbol todo el día. En definitiva compiten, juegan y tratan de ganar y todo eso
cobra un carácter importante a nivel persona y se manifiesta después en el
terreno de juego, lo que ha hecho que este país haya crecido mucho en este
aspecto.
¿Qué es lo que más te está costando
de esta aventura?
Hay que
decir que de todos los países que componen África, solo Guinea Ecuatorial habla
el castellano, lo cual facilita mucho las cosas. Sabemos que, tanto Argentina
como Guinea, son hijos de la madre patria, que es España y eso facilita mucho
la labor. Aun así también se habla un poco inglés y un poco de francés, pero el
español es el idioma principal. Cualquier guineano, aparte del ser del equipo
de su barrio, es del Real Madrid, de Atleti o del Barcelona.
¿Cómo es el día a día del seleccionador de Guinea Ecuatorial?
Decir que entrenar a una selección es distinto que entrenar a
un club. En un club se vive de lunes a lunes el día a día. Se vive el partido,
el postpartido, la semana… ese micro ciclo de trabajo no lo tienes en una
selección. Pero hay que decir que hay un trabajo enorme de gestión, ir a ver
jugadores, buscar a nuevos jugadores por todo el mundo, saber si juegan, no
juegan, si están lesionados…
Hay un trabajo casi informático y de gestión que nadie ve,
que es un trabajo sucio… y en eso estamos: viajando a ver a Emilio Nsue que ahora está en el Birmingham
y antes en el equipo de Karanka. He tenido la suerte de hablar con Karanka y
con otros entrenadores que están en la élite y he compartido muchas vivencias.
Todo esto te hace crecer y estoy muy contento con esta experiencia.
Esto es un
hándicap. Nosotros nos enfrentamos a la Costa de Marfil de Touré, nos
enfrentamos a Egipto de Salah y nosotros jugamos con
jugadores que militan en la segunda B y en la tercera. Nuestra figura es Javier
Balboa que milita en la segunda división de Grecia.
¿Existe algún jugador en el futbol
modesto madrileño con opciones de ser seleccionado?
El reflejo
de que nosotros no miramos el DNI, por ejemplo, Josete es un jugador del Getafe que con 16 años le
hicimos debutar contra Egipto y Costa de Marfil. El chico tiene cualidades para
rendir mucho más y está jugando entre el equipo de tercera y el juvenil. Como
él hay muchos más que tienen unas cualidades tremendas
Y,
¿cómo es el fútbol en la liga local de Guinea Ecuatorial?
La
liga se podría comparar con la tercera división madrileña. Es una liga que
tenemos muy trillada donde juegan 300 futbolistas que tenemos a todos
debidamente controlados. De ahí sacamos jugadores que se tienen que enfrentar
con jugadores de la gran élite. Ese es nuestro gran mérito que, siendo un país
de un millón de habitantes, nos enfrentamos a gigantes como Nigeria que tienen
180 millones, Camerún, Ghana, Costa de Marfil, Túnez, Marruecos, que son
superpotencias. Y aún así, no sé cómo… estamos haciendo que Guinea tenga un
lugar en el mundo.
¿En qué categoría militaría la
selección que diriges si jugara como equipo en España?
Como somos
una selección y nos enfrentamos a las mejores selecciones, deberíamos jugar en
primera. Nosotros podemos jugar contra equipos de primera y hacerlo bien,
contra equipos de segunda también. En segunda B nos saldríamos de la tabla.
¡Vaya
machada lo del cuarto puesto de la Copa África, además, tuviste que organizarlo
en menos de un mes!
Creo que lo mejor fue rescatar lo
mejor de los jugadores de país y el vínculo corazón/sangre ya que el 100% eran
jugadores ecuatoguinenos, cuando antes no era así.
Hubo un fuerte vínculo a nivel
emocional, lo que nos permitir rendir a ese nivel. Además, jugábamos como
locales con el apoyo de 40.000 personas y a pesar de no estar acostumbrado a
ello los jugadores se agrandaron.
¿Cómo
se logra convencer a un jugador y a una plantilla que no son inferiores a
nadie, ni siquiera a jugadores que juegan en la Bundesliga y valen 30 millones
de euros?
En
mi caso desde el punto de vista motivacional les decía: mira este jugador que
juega en el Nápoles, o en el Mónaco.. les decía tú no eres mejor que este
jugador, tú estás jugando en el Almería B y estos están ganando 3 millones de euros… Tú crees que no puedes
conseguirlo y yo creo que sí. Ése ha sido mi trabajo a nivel de motivación. A
nivel colectivo lo hemos logrado y a nivel individual estamos en ello.
¿Cómo
viviste todos esos días, esos partidos, esa ilusión?
Tuve
la suerte de que cuando jugamos finales o semifinales mi familia pudo visitar
el país y ver la gran locura colectiva. La gran marea roja que se vivió en el Mundial o las Eurocopas en
España se vivió en Guinea Ecuatorial. Ver y sentir a un millón de habitantes
volcados en la calle animándote no tiene precio, ni forma de expresarse. Hay
que vivirlo porque es una gran emoción y una gran alegría. A nivel autoridades,
a nivel nación te condecoran como héroes nacionales y eso es glorioso.
Antes de esta oportunidad
desarrollaste tu carrera profesional en los banquillos del fútbol modesto
madrileño. ¿Qué te aportó esta experiencia?
Desde aquí quiero mandar un mensaje a todos los entrenadores
madrileños y españoles. Antiguamente no había esta exportación de talento hacia
el exterior, tanto de entrenadores como de técnicos. Ahora vemos a entrenadores
como Guardiola en Inglaterra, cómo Lopetegui tuvo que salir fuera para hacerse
más fuerte y crecer, el mismo Del Bosque
que también tuvo que irse a Turquía…
Creo que salir te hace ver cosas que antes no veías y ser
mejor. En mi caso han sido 5 años de
gran crecimiento. A mi favor tengo las
enormes experiencias que viví desde que salí de Alcalá, Ciempozuelos, Fuenlabrada,
San Fernando.. Todas esas vivencias me han hecho crecer. Para mí, pasar por
todos estos equipos de la Comunidad de Madrid me ha hecho crecer, madurar y ser
muy feliz. Soy un entrenador salido del barro, porque me he curtido en el barro
de los campos de futbol madrileños.
¿Cuál es tu mejor recuerdo vivido en
un campo de segunda B o tercera?
Quiero felicitar a todos los humildes del fútbol. A todos los
que con tesón, dedicación, por amor al fútbol dejan a sus familias, que pasan
horas y horas que se suman a semanas, a meses y años dedicados a su amor al
futbol.
Son verdaderos apasionados de este deporte que lo hacen crecer. Doy fe de todo esto que te cuento de cada vestuario, desde la señora que lavaba la ropa, al utillero, el delegado que han sido muy importantes en mi vida.
Son verdaderos apasionados de este deporte que lo hacen crecer. Doy fe de todo esto que te cuento de cada vestuario, desde la señora que lavaba la ropa, al utillero, el delegado que han sido muy importantes en mi vida.
Uno cuando llega a un club tiene que saber que los verdaderos
protagonistas no son solo los futbolistas sino todos los que sienten amor por
el club como los aficionados.
El fútbol en estas categorías a veces
es también injusto y poco agradecido…
Supongo que te refieres a lo que me pasó en Alcalá. Yo cojo
al equipo en un momento delicado en segunda B con 4 victorias de 24 posibles.
Yo estaba en el Alcalá B, que llevábamos 7 victorias seguidas y me ofrecieron
el primer equipo.
Ganamos 4 de los primeros 5 partidos. El equipo tenía un
tumor terminal y al final descendimos pero me dieron la opción de entrenar al equipo
en tercera. En marzo en la jornada 30 siendo líderes me echan. ¿Por qué me echan?
Circunstancias de la vida. Cuando me despedí le dije al presidente, fueron
ustedes los que me cogieron, ahora me echan, no tengo ningún problema. Me voy y
la vida me va a sonreír porque soy un trabajador y sé que no soy culpable de
esto. El fútbol tiene estas miserias, pero también tiene otras grandezas.
Después de
haber jugado finales, haber ganado copas de África y demás quiero hablar de un
partido que me ha marcado a mí para siempre y que tiene que ver con esto de las
remontadas. Estando en el San Fernando en preferente nos jugábamos el ascenso a tercera división
en mi casa, en Torrejón de Ardoz. En el minuto 90 perdíamos 3 a 1 y
necesitábamos ganar. Te juro que no hubo maletines ni nada raro de por medio. Al
final ganamos 3-4. Esto es una de las cosas más vibrantes que me ha podido
pasar en la vida en los banquillos. En el campo no habría ni 500 personas. He
estado en campos con 40.000, con 60.000 personas, me da igual. Quizá lo más
sentido como entrenador fue esa remontada.
¿Qué estas aplicando a los banquillos
de tu época de jugador?
Lo que más puedo estar agradecido a la vida es que después de
aprender a caminar empezara patear un balón. Desde pequeño, toda mi vida ha
estado relacionada con una pelota de fútbol. A los 10 me ficha el Independiente
de Avellaneda, estoy hasta los 16 que me ficha otro equipo de primera, luego
viajo a Israel, pruebo en el Atlético de Madrid, en Alemania, en Bélgica. Todo
ese tiempo de jugador de futbol sin haber sido un Messi o un Maradona me han servido de mucho para mi
posterior carrera como entrenador.
¿Qué planes u objetivos tienes a
corto plazo? Después de esta experiencia internacional ¿volverías a entrenar a
un equipo del fútbol modesto?
El amor que
tengo por el fútbol hace que tenga claro que me vaya a morir en un banquillo. Actualmente
estoy muy bien donde estoy. Existen 200 selecciones en el mundo y yo soy el
seleccionador de una de ellas. Me siento muy contento y muy orgulloso con lo
que estoy haciendo pero eso no quita que no extrañe el entrenar a diario, el
ganar, perder, el preparar el próximo partido... Todo eso lo echo de menos. Si
bien estoy muy feliz, en cualquier momento puede darse puede darse el salto a
otro sitio. Pero donde vaya lo haré con mucho amor.
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