Hoy abordamos el ascenso del Santa Ana que, tras 2 temporadas en preferente, retorna de nuevo a la tercera división madrileña. Y para hablar de esta gesta qué mejor que conocer las impresiones de una de las personas que más quiere a la entidad y que más siente los colores del club.
Ángel Casares, "Gele", mítico jugador de la tercera madrileña lleva 22 años enrolado en este equipo y está viviendo una segunda juventud como segundo técnico a las órdenes de Casimiro Escudero.
Enhorabuena por el
ascenso, ¿Qué sabe mejor conseguir un objetivo como jugador o ahora como
segundo técnico?
En los dos casos la alegría es muy grande y vives emociones
muy fuertes. Cuando logras algo por lo que has trabajado todo el año, sientes
una satisfacción muy grande en los dos casos. Pero son sentimientos distintos.
Como jugador todo se vive más intensamente.
22 años en total en
el Santa Ana. ¿Qué significa para ti el club?
El Santa Ana es como una madre para mí. Aquí me he formado
como jugador y me he hecho también como persona. Llegué con 21 años habiendo
pasado por el Real Madrid y he vivido muchas experiencias, tanto positivas como
negativas. Pero echando la vista atrás me quedo con los buenos recuerdos que
han sido muchos.
¿Qué es lo más
difícil de tu nueva labor?
Mira en el mundo del fútbol está todo inventado. Yo creo que
lo más complicado es la convivencia con los más jóvenes que llegan con dudas,
con incertidumbres. El reto es enseñarles todo lo que uno sabe e intentar educarles
e inculcarles una serie de valores para desenvolverse en este mundo del fútbol.
¿Qué es lo más
gratificante de ser segundo entrenador?
Pues que aprendes mucho. Ahora estoy con Escudero, pero he
estado con otros entrenadores con experiencia como Caturla y siempre sacas algo
de cada uno de ellos. Pero también te das cuenta de que llegan otros
entrenadores más jóvenes que tienen otra visión de la que también puedes sacar
cosas positivas.Pasa lo mismo con los preparadores físicos. Cada maestro
tiene su librillo. La cuestión es quedarse con lo mejor de cada uno de ellos.
¿Cómo es la relación
con los jugadores más jóvenes en el día
a día?
Muy buena, los chavales se dejan asesorar y tienen muchas
ganas de aprender. Además, la mayoría tiene una buena preparación física, por
lo que facilita la labor de los técnicos.
¿Qué supone la vuelta
del Santa Ana a la tercera división?
Bueno, a nivel personal una satisfacción enorme. Han sido
dos años en preferente y han sido 2 años duros. Hemos sufrido porque el club
estaba consolidado en tercera división, incluso habiendo jugando un año en
segunda B. Hemos experimentado lo que cuesta subir, pero tenemos toda la
ilusión del mundo por hacer bien las cosas el año que viene. A nivel de club
pues más o menos lo mismo, mucha alegría y muchas ganas de consolidar el equipo
en la tercera.
¿Cómo se encuentra la
entidad desde el punto de vista económico para afrontar la vuelta a la tercera
división?
Mira en todos estos años que llevo en el club, el Presidente
Rafael Gómez jamás ha dejado a deber ni un duro. Somos un club atípico en este
sentido. Aquí se promete lo que se puede dar. Se cumple. Es muy difícil hoy en
día el fútbol modesto que el día 28 ya hayas cobrado. Y eso da mucha
tranquilidad. Aquí la palabra vale más que la firma.
¿Cuáles han sido las
razones para haber logrado el ascenso?
Pues mira la lucha, el
sacrificio, la pelea, el hincapié que hemos hecho durante todo el año para
lograr el objetivo. Los demás también lo han hecho, pero es hemos logrado 46
de los últimos 51 puntos. Eso lo dice
todo. Hemos tenido una unión perfecta entre los jugadores y el cuerpo técnico.
Entre todos nos conjuramos y hemos hecho muy bien las cosas. Todo esto unido
al buen rollo entre todos y la intensidad de los entrenamientos ha dado sus frutos.
¿Qué necesita el Santa Ana para no pasar apuros y consolidarse?
El presidente y el secretario
técnico ya están trabajando en la planificación de la temporada que viene.
Hombre hay que renovar la plantilla y fichar a jugadores contrastados en la categoría.
No hace falta gastarse un dineral, pero sí contar con una serie de jugadores
que cuenten con esa experiencia en la tercera que nos ayude a no pasar apuros.
Tenemos que lograr un equipo competitivo para consolidarnos.
Eres uno de los históricos de la tercera madrileña, ¿Qué ha cambiado
respecto a tu época de jugador?
Creo que han cambiado muchas
cosas. Ha cambiado la forma de jugar, la entrega de los jugadores. Cuando yo
jugaba había más lucha, más intensidad, más ilusión. Todos los jugadores, incluidos
los más veteranos se comían el mundo en todos los partidos. Ahora veo que a los
más jóvenes en ocasiones les falta sangre, o mejor dicho no tienen sangre,
tienen horchata en las venas. Antes se veía más calidad, más disciplina, más
entusiasmo. Ahora los jóvenes da la sensación de que sí, pero no. De que
quieren pero les falta actitud…
¿Cuál es tu mejor recuerdo que te queda de tu época de jugador?
El ascenso de la temporada 94/95
a segunda B y las 3 temporadas que conseguí ser el máximo goleador de la
categoría. Pero te digo que tengo muy buenos recuerdos y que realmente
disfrutaba cada domingo que tenía partido. Tengo excelente recuerdo de todos
los compañeros con los que compartí vestuario y de los contrarios, lo mismo. Siempre existía una rivalidad sana
dentro del campo pero cuando terminaba el partido siempre había respeto.
¿Cómo ves la situación de la tercera y del fútbol modesto?
La cosa está difícil. Este año,
por ejemplo, me ha sorprendido lo que ha sucedido al Móstoles. Hay que corregir
este tipo de situaciones porque al final se adultera la competición. No se
puede jugar con la gente, con los jugadores de esta manera prometiendo unas
cantidades que saben que es imposible cumplir. No puedes ofrecer lo que no
tienes. Cuando se dan estos problemas económicos lógicamente no se puede rendir al cien por cien. Aunque está claro que como trabajador tienes que hacer algún tipo de
presión para exigir lo que es tuyo.
Un deseo para la próxima temporada
Quedarnos en tercera. Y por
pedir, aunque soy consciente que es muy difícil, poder jugar un play off,
volver a experimentar, esta vez desde el banquillo, lo que se siente en este
tipo de partidos.
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